La niña, su padre, y el ajedrez.

Había una niña en el Chez Vous de Parque Hundido jugando ajedrez con su papá, tendría unos 6 años, quizá 7 a lo mucho. Verla me recordó como nunca aprendí a jugar ajedrez, por mucho que mi papá me explicó, y que él era muy bueno jugando, que daba un taller de ajedrez en la secundaría y tenía alumnos que eran muy buenos, que iban a torneos y ganaban, yo, siendo su hija, nunca aprendí, a pesar de saber las reglas, y como se debería mover cada pieza, nunca entendí cómo dar jaque mate.

Rojo y negro.

Fue un amor cortito.

Yo lo supe desde que lo conocí, ¿saben? Desde el primer momento en que me vio a los ojos supe, que por esos ojos podría volver, a incendiar mi vida.

Lo bonito de incendiarme la vida, es la luz, y el calor. Es que a veces estar sola es tan blanco, tan frío. Y a mi me gusta arder, ser rojo, naranja, aunque después, inevitablemente me convirtiera en negro, en ceniza, otra vez.

Una vez me prometí a mi misma que cada vez que sintiera el fuego, iba a correr hacia el. Porque prefiero este vaivén de ser rojo y ser negro, que la monotonía de ser blanco.

Fue una mañana de Abril, en plena primavera, temporada de jacarandas, cuando lo conocí. Y pasaron meses, cinco para ser precisa, en los que no pasó nada. Hasta que un día fui a un comida, que terminó en un bar, y fuimos los últimos en salir de ahí. El me besó primero, yo dude, por mil cosas. Aún así pasamos la noche juntos, y no supe de él hasta después de dos semanas. Me habló como si nada, y salimos al día siguiente.

El piso 13.

Vivía en el piso 13 de un bonito edificio blanco en un conjunto residencial privado.

Me había mudado hacia poco, con toda la ilusión de una mudanza, y su correspondiente carga de estrés. No solo el empacar todo, mover las cosas, limpiar el viejo departamento, dejarlo presentable para devolver al casero, adecuar el nuevo departamento… sino también todo lo que fue la búsqueda de un departamento en la CDMX, siendo foranea, sin tener aval, buscando una renta costeable y una zona cercana a mi área de trabajo.

Cuando fui a ver ese departamento me encantó, lo grande de las ventanas, la forma en la que entraba la luz a través de ellas, supe que era ese departamento el que quería rentar, y así fue.

Recuerdo el momento en el que pagué el depósito y firme los papeles de la renta, todo tan burocrático, entré y salí de las oficinas ubicadas en una estrecha calle de la Roma con la ansiedad a tope, había entrado con la ansiedad que siempre me dan a mi los trámites, y salía con ansiedad ahora por todo lo que se venía, la mudanza.

Habiendo ya firmado los papeles de la renta del nuevo departamento, avisé al casero anterior de mi intención de no renovar contrato y mudarme, por supuesto que el dijo que no me devolvería el deposito por avisarle cuándo faltaban varios meses para terminar el contrato. Decidí un día con los fleteros para que se llevaran los pocos muebles que tenía, una cama, un tocador con espejo, un mini refri, y ese día di mil vueltas más llevando al nuevo depa maletas cargadas con mi ropa, zapatos, y excasós árticulos de cocina que tenía.

Me gustaba que si me acostaba en la cama de la recamara principal con la cortina abierta podía ver la luna en una noche despejada. Me molestaba el ruido de los aviones que pasaban sobrevolando de noche, aunque me acostumbre al cabo de unas semanas.

Poco a poco fui comprando más muebles, adecuando el otro cuarto como mi estudio, volviendo el departamento cada vez más mío. Me gustaba cómo el residencial se sentía como un pueblito aparte de la ciudad, como se sentía seguro, tenía una plácita cerca, con un Soriana, un gym, y hasta un Cinemax, había un Costco un poco más adelante. Todo quedaba cerca, no tenías que alejarte demasiado para conseguir lo que necesitaras.

Vivía en el piso 13, en un departamento donde todo parecía estar bien, y todos los días había un momento en el que me asomaba por la ventana, y fantaseaba con tener el valor de aventarme.

El vestido para San Valentin.

Compre un vestido rojo, precioso, es corto con cut outs a los lados, planeamos la cena perfecta, reservamos en uno de esos restaurantes de moda. Como San Valentin este año cayó en martes, y tenemos que trabajar, decidimos que la celebración sería el sábado 11 de Febrero.

Pero confundí las pastillas, olvide tomar el Prozac por la mañana y solo tome medio Xanax.

Maneje del gimnasio al Starbucks más cercano, mientras en mi celular estaba conectada a una videollamada que se escuchaba en las bocinas de mi auto, manejaba sin poder concentrarme, solo pensaba en las calorías de un muffin de chocolate, en cuanto cardio tendría que hacer si comía uno.

Me estacione como pude, como siempre, me baje dando trompicones con mis multiples cosas agarradas, la lonchera, la mochila de la laptop, el termo… «un venti del día, cortado con leche de almendra», nada de muffin.

Ocupe mi lugar de siempre, la mesa al fondo de la terraza, tratando, en verdad tratando, de entender algo de lo que hablaban en mi curso, en la videollamada el instructor explicaba lo que es la lipogenesis, mientras mi cabeza seguía en el muffin de chocolate que no había comprado.

Para las 2pm tenía ya demasiada ansiedad, llovía torrencialmente, y yo solo pensaba en las ganas que tenía de desaparecer de la tierra. Los planes se cancelaron, y no llegué a estrenar el vestido.

Siempre se vuelve…

Aquí estoy, varios años después.

Ya fui a psiquiatra… dx: Depresión y Trastorno de ansiedad.

Ahora tomo Xanax, y Prozac, porque los tés de Pasiflora, Valeriana y 12 Flores no ayudaron. Tampoco el mindfullness, ni la aromaterapía, ni ninguna de las otras muchas cosas que intenté.

Y vengo aquí como a un refugio, para escribir y desahogarme. Para lo que pueda servir.

Regreso. Otra vez.

Tiene más de tres años que no me pasaba por aquí.

Han sido años muy curiosos. He vivido mucho en estos tres años, me gustaría decir que también he aprendido mucho. Pero la verdad es que, como dice la canción, siempre caigo en los mismo errores.

A lo mejor regreso por eso. Son tantos, habrá que hacer algo con ellos, y ¿por qué no hacerlos historias?

 

Casa rota.

Hay una casa cerca del mar que cae a pedazos, uno no podría notarlo si solo pasa frente a ella, la cosa es que al entrar está deshecha.

El tapiz de los muebles se ha raspado, la pintura en las paredes se ha desgastado, hace tiempo que al baño no le sirve el excusado, y al piso le faltan mosaicos.

Podría culpar al tiempo, diría que fue el paso de los años el causante de los estragos, todo sería falso.

La casa siempre estuvo rota, siempre le fallaba algo que no se reparaba nunca.

La casa rota rompió a sus habitantes, los habitantes rompieron la casa, y lo mismo en sentido contrario.

Los habitantes se van llevando la casa consigo, la casa rota dejo rotas su almas para hacerse cabida.

Hay una casa rota cerca del mar que los vio crecer, hay almas rotas que anhelan regresar, hay una esperanza inútil de reparar la casa rota, y un miedo inclemente de que sea irreparable.

Casa Rota

 

 

 

El smog.

El smog inunda la ciudad como un castigo a los excesos. Demasiados autos, demasiada gente yendo con demasiada prisa hacia edificios demasiado altos por avenidas con demasiados niveles. Es bien sabido que esta es una ciudad gris, con corazón de cemento, y huesos de hormigón, aún así hay días en que se supera a si misma.

El smog llego hace dos días, los noticieros anunciaban que desde hace catorce años no había tanta contaminación en el aire. Desde hace catorce años no estábamos tan mal. Prohibieron el transito de ciertos coches, ofrecieron transporte gratis, pero no había manera de impedir que el smog entrara en nosotros, y profanara nuestras almas.

Inhalo, smog, exhalo, vida.

El smog quizá se vaya mañana, o tarde en irse una semana, se irá, eso seguro, y cuando lo haga no pensaremos en él, actuaremos como siempre, nos llenaremos de vida, otra vez, nos llenaremos de demasía, de excesos, olvidaremos que estuvo aquí, sin que el olvido borre los daños, y cuando regrese traerá consigo la culpa.

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Regreso.

Es como tener algo atorado en la  garganta. Como las ganas de llorar en el momento menos oportuno, sin saber siquiera porqué. Hay ciertos tipos de tristeza que crean adicción, y como cualquier adicción, acaban dañando tu vida. No se bien lo que pasa conmigo, quizá solo sea que no logro adaptarme a la vida.

Espero recuperar el ritmo para volver a escribir como lo hacía antes. La verdad nunca deje de escribir, solo deje de hacerlo aquí, en el tumblr hay algunas cosas, no son más que ideas dispersas, pequeños intentos de expresar algo que no puedo ni explicarme a mi misma. Aquí trato de escribir con más estructura, de ser menos dispersa.

Muchas veces me siento como dice la imagen de abajo, sacada de la película Vicky Cristina Barcelona, como si tuviera mucho que expresar, y nada de talento para hacerlo, me falta constancia para escribir, paciencia al dibujar, gracia para bailar, ni hablar de la música pues para ello soy un completo cero.

I feel like i have a lot to express and i am not gifted

Heridas.

Te dije que tenía un pasado, pero nunca te hable de él. Jamás te conté de las veces que me desperté, a mitad de la noche, ahogándome en llanto. Nunca mencione que, en mis días malos, digo otros nombres como un viejo rezo. Y que evité como pude no gritar cuando algún recuerdo acechó en mi memoria, con sabor tan a pasado, tan a tantas cosas.

Viví un presente tan lleno de pasado que a veces sin darme cuenta, aparecías sentado en un recuerdo de hace ya muchos años. Viví un pasado tan lleno de presente que me senté a ver pasar todas las cosas pasadas.

Te dije que tenía un pasado, pero nunca pude decirte todo lo que dolía. Es que hay demonios que son solo míos, aunque nunca haya aprendido a domarlos. Hay heridas que no se comparten ni sanan, y yo me he resignado a tenerlas abiertas.